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domingo, 12 de abril de 2020

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La Tarasca y el Corpus en Madrid



Nos adentramos en un tema muy curioso, se trata de una antigua tradición madrileña, la de la Tarasca, un paso que recorría las calles madrileñas el día del Corpus Christi. Esta festividad ha sido celebrada por los madrileños con gran devoción desde hace muchos siglos. Nos podemos remontar a 1482, cuando la propia reina Isabel la Católica pasó por Madrid, antes de que fuera la capital del reino. Ella se alojó en el Palacio de la familia de los Lasso de Castilla, y cuentan las crónicas que en el día del Corpus la reina procesionó desde este palacio hasta la iglesia de San Andrés, con la cabeza cubierta con una toca, descalza y llevando un cirio, delante de una comitiva.

En el reinado de Felipe II esta festividad cobró todavía más importancia en la Villa de Madrid. En concreto, fue su tercera esposa, la reina Isabel de Valois, la que encargó al orfebre Francisco Álvarez la realización de una obra procesional realizada en plata, de estilo plateresco, que presidió la procesión del Corpus Christi. Pero no será hasta los siglos XVI, XVII y XVIII cuando esta festividad alcance unas cotas de popularidad inusitadas en la villa de Madrid. Y es en este momento donde surge la Tarasca.

La Tarasca era una figura de gran tamaño con forma de dragona. Era una estructura de cartón muy larga, que se encogía y se alargaba. Tenía un cuello enorme, escamas y una cabeza monstruosa con unas grandes fauces que iba asustando a la comitiva.

Pero lo más curioso es que encima del dragón se situaba una mujer, también hecha de cartón, a la que llamaban “la giganta”. De hecho este será el origen de los gigantes y cabezudos, otra de las tradiciones madrileñas.

La cuestión es saber qué sentido tenía la Tarasca en la procesión del Corpus Christi. En un principio se pensó que este conjunto de Diablo y mujer podían ser un símbolo del mal, en concreto podrían simbolizar a la bestia del Apocalipsis y a Babilonia, la gran ramera, un grupo de figuras que representaban el pecado y el vicio. Al menos así lo veían los madrileños de la época. Pero no es ese su significado.
En realidad proviene de una leyenda francesa y además vinculada con la posible llegada a Francia de María Magdalena, del obispo Máximo y de Santa Marta, la protagonista de esta historia. El caso es que la ciudad francesa de Tarascón, que está en la Provenza francesa, estaba siendo asolada por un monstruo, por una dragona, a la que no había manera de apaciguar: quemaba las cosechas, devoraba el ganado, no dejaba nada en pie y tenía asustada a la población.

Así que, sabedores de que muy cerca estaban estas personas santas, decidieron pedirles ayuda. De esta manera, Santa Marta decidió ayudarles. Llegó a la ciudad y preguntó que dónde se encontraba el monstruo. Los habitantes se temieron lo peor pues Marta acudió sola, sin ningún tipo de arma, y se esperaron lo peor. No obstante, le indicaron dónde podía encontrar a la fiera. Marta se adentró en el bosque donde habitaba esta dragona y, para sorpresa de todos, regresó con una cruz en una mano y con el animal amansado atado con una correa en la otra.

Así entregó la fiera a los ciudadanos indicándoles que nada tendrían ya que temer de ella. Pero esa misma noche, las gentes de la ciudad dieron muerte a la dragona cortándole la cabeza. Al enterarse de esto, Santa Marta acudió enfadada a la ciudad y predicó un sermón gracias al cual muchos de los habitantes se convirtieron a la fe cristiana. Y en honor a este monstruo al que llamaban Tarasca decidieron llamar a la ciudad Tarascón. Esa es la historia de la Tarasca que procesionaba en Madrid en el día del Corpus Christi.

Otra cuestión es saber qué significaba la mujer que iba sobre el monstruo en la procesión Como mencionamos antes, a esta mujer de cartón se la llamaba “la giganta”. Se la vestía y se la peinaba de una manera muy elegante, de tal manera que su atuendo sentaba las bases de la moda que las mujeres deberían vestir durante el año siguiente. Así, los modelos de los peinados que lucía eran luego imitados por las mujeres de la corte y solicitados a peluqueros y diseñadores de moda de la época. Vamos, ¡que tenemos aquí un precedente de la pasarela Cibeles!

Poco a poco fue decayendo el interés en esta singular procesión. Primero Felipe V obligó a que estas representaciones se trasladaran a los corrales de comedias pues no se consideraban adecuados a la fe. Y será ya Carlos III, quien en 1780, prohibiera la representación de la Tarasca y de su comitiva por considerarlas indecentes. Así que a finales del siglo XVIII perdimos esta curiosa tradición.

Tomado de: pedroortega
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¡Gracias por leerme!

Acerca de ancilo59

Hola, Mí nombre es Andrés Cifuentes. Soy un andaluz que lleva desde 1967 viviendo en Madrid. Es una ciudad cosmopolita, centro de negocios, sede de la Administración pública, central del Gobierno del Estado y del Parlamento español. Ojalá quien habla de nuestra incultura se acuerde de Séneca, Columela, Maimónides, Averroes, Góngora, Bécquer, Alexandre, Lorca, Juan Ramón Jiménez, Machado, Falla, Zambrano, Picasso, Velázquez, Murillo, Alberti, Carlos Cano, Gala, Luis Rojas Marcos, Sabina…

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