Con la tecnología de Blogger.

viernes, 1 de mayo de 2020

Tag:

Agafia Lykova, 70 años viviendo de espaldas a la civilización en Siberia


Una familia rusa se asentó en la taiga, aislada de todo contacto humano, hasta que fueron descubiertos por unos geólogos; la hija menor es la única superviviente 
Agafia Lykova en una imagen tomada el pasado domingo durante su estancia en Tashtagol tras recibir el alta médica (AP)

En medio de la desierta Siberia, en un claro cerca de las orillas del río Abakán, vive Agafia Lykova; una ermitaña de otro siglo. Sin electricidad o más transporte que sus piernas, la septuagenaria cultiva patatas y hortalizas, lanza la red de pescar y ordeña una cabra tal y como le enseñó su padre, el último en morir de los cuatro miembros de su familia, hace ya 28 años.
A mediados del siglo XVII, el líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa, el Patriarca Nikon, introdujo reformas radicales en Rusia. Muchos creyentes no pudieron aceptar los cambios y se convirtieron en los llamados “viejos creyentes”, conservadores de una moral estricta y partidarios de la prohibición tajante de cualquier ‘pecado’ mundano: baile, alcohol, tabaco…
El clan Lykova, perteneciente a los viejos creyentes, huyó de la persecución religiosa de Stalin en 1936 en busca del aislamiento absoluto. Karp Lykova y su mujer engendraron y criaron a sus cuatro hijos, dos niñas y dos niños, en la taiga siberiana, bajo los preceptos de su religión. Construyeron un hogar a dos semanas andando (250 km.) del pueblo más cercano, Tashtagol, cerca de la frontera de Mongolia. Allí han vivido durante décadas, de espaldas a la civilización.



La familia vivió aislada sin contacto alguno con ningún ser humano más allá de ellos mismos durante 40 años hasta que un grupo de geólogos soviéticos dieron con ellos, por casualidad, en una de sus expediciones en 1978. Encontraron a cuatro personas –la madre había muerto poco tiempo después dar a luz a Agafia– viviendo como en la Edad Media y hablando una lengua que mezclaba el ruso y el antiguo eslavo, el idioma ancestral de Rusia. Fue entonces cuando se enteraron de que Stalin había muerto y que había habido una Segunda Guerra Mundial. También vieron la televisión por primera vez. Tres años más tarde, murieron los tres hermanos de un “mal resfriado”, explica Agafia en un documental de la agencia de noticias Russia Today.
Desde que murió su padre, Agafia sólo ha contado con la compañía de uno de los geólogos, Erofey Serov, que se instaló en una cabaña a 50 metros de su asentamiento hasta que murió el año pasado. La mujer, cuyas uñas negras revelan años de trabajo en el campo, y cuyos dientes oscuros denotan una higiene escasa, sobrevive gracias a mantenerse activa constantemente. Sin ello, el frío del invierno siberiano, que puede alcanzar temperaturas de 50 bajo cero, acabaría con ella.

La vida mundana es aterradora. Lo peor es cuando ponen música y empiezan a bailar 

Si bien los Lykovs vivieron de forma autosuficiente, ahora la anciana recibe un poco de ayuda de personas que quieren echarle una mano y le envían por helicóptero algunos materiales y alimentos, como por ejemplo sacos de harina. Ahora bien, los paquetes no pueden llevar códigos de barras porque Agafia, educada profundamente en la fe religiosa, afirma que “los códigos de barras son señales de la Bestia”.
“La vida mundana es aterradora. Lo peor es cuando ponen música y empiezan a bailar. Todos los que disfrutan la danza viven en la infamia”, afirma la mujer que durante 35 años conoció el mundo exterior a través de las historias que le contaba su padre y una biblia rusa ortodoxa. De nada más.
Tras el descubrimiento de su existencia, un periodista ruso escribió en los años 80 varios artículos sobre su aislamiento y la familia se convirtió en un fenómeno nacional en Rusia. Desde aquello, Agafia ha viajado menos de una decena de veces fuera de su hogar durante cortas estancias, para conocer a otros viejos creyentes o para recibir tratamiento médico.

De hecho, la semana pasada viajó a la región siberiana de Kemerovo para tratarse un dolor en las piernas. Avisó por radio, su único medio de comunicación, que necesitaba ayuda y la trasladaron en helicóptero a un hospital de la zona. A principios de esta semana le dieron el alta y ahora está esperando la posibilidad de volver a casa sobre uno de los helicópteros que sobrevuelan la reserva natural. Ella prefiere el aislamiento; la familiaridad de su fría, salvaje e inmaculada Siberia.


Tomado de: lavanguardia
 Principio de la página

¡Gracias por leerme!

Acerca de ancilo59

Hola, Mí nombre es Andrés Cifuentes. Soy un andaluz que lleva desde 1967 viviendo en Madrid. Es una ciudad cosmopolita, centro de negocios, sede de la Administración pública, central del Gobierno del Estado y del Parlamento español. Ojalá quien habla de nuestra incultura se acuerde de Séneca, Columela, Maimónides, Averroes, Góngora, Bécquer, Alexandre, Lorca, Juan Ramón Jiménez, Machado, Falla, Zambrano, Picasso, Velázquez, Murillo, Alberti, Carlos Cano, Gala, Luis Rojas Marcos, Sabina…

0 comentarios:

Publicar un comentario