A lo largo de la historia, incontables mujeres han desarrollado papeles fundamentales en los diferentes ámbitos de la vida que merecen ser reconocidos y recordados
Tal día como hoy, en 1919, asesinaron a Rosa Luxemburgo,
la rosa roja del socialismo. Su cuerpo fue arrojado al río Spree por
los Freikorps -paramilitares de ex veteranos del ejército del Kaiser-
tras golpearla previamente en la cabeza con la culata de un rifle,
arrastrarla y rematarla a tiros a la salida del Hotel Eden, junto a su
camarada espartaquista Karl Liebknecht. Así acabó con la vida de esta
gran defensora de la democracia, antimilitarista y teórica marxista, el
gobierno socialdemócrata de Friedrich Ebert.
Rosa
nació en Zamosc (Polonia), el 5 de marzo de 1871, pero pronto se
mudaría con su familia a Varsovia donde pasará su niñez. Hija de
comerciantes, sufrió la discriminación por judía y polaca. Con cinco
años tuvo una enfermedad en la cadera que la dejó encamada durante un
año y a causa de esta dolencia, le dejaría un leve renguera de por vida.
Ya en Varsovia, asistió a un liceo femenino conocido como Gymnasium desde 1980, y su activismo militante le llegará poco después, con 15 años, cuando se integra en el movimiento socialista. En su último año de escuela ya era conocida por su participación política y según recoge su biógrafo, P. Nettl, se la juzgaba por indisciplinada a pesar de ser una alumna sobresaliente, que para entonces, ya formaba parte de las células subsistentes del Partido Revolucionario del Proletariado.
Ya en Varsovia, asistió a un liceo femenino conocido como Gymnasium desde 1980, y su activismo militante le llegará poco después, con 15 años, cuando se integra en el movimiento socialista. En su último año de escuela ya era conocida por su participación política y según recoge su biógrafo, P. Nettl, se la juzgaba por indisciplinada a pesar de ser una alumna sobresaliente, que para entonces, ya formaba parte de las células subsistentes del Partido Revolucionario del Proletariado.
Terminados
sus estudios de secundaria en 1889, la joven Rosa se vio obligada a
huir en clandestinidad a Suiza para evitar su detención. Una vez allí
pudo acudir a la Universidad de Zúrich donde estudió Filosofía,
Historia, Política y Matemáticas, doctorándose finalmente en Ciencias
Políticas. Un año después, la ley Bismarck fue derogada y permitió la
legalización del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), centro
político de la II Internacional, que consiguió escaños en el Reichstag y
al que Luxemburgo se integró.
Tomado de: diario16
A
partir de 1900, la teórica muestra su incisiva pluma con artículos en
los que opinaba sobre los principales problemas socioeconómicos del
momento y dejó manifiesta su posición antimilitarista y pacifista frente
al imperialismo.
La
Revolución Rusa del 1905 fue un hito para la Historia y vida política
de la propia Luxemburgo, que acercó posturas con Trotsky y Lenin frente a
los mencheviques, y entendió a la clase trabajadora como piedra angular
de dicha revolución. Entre los años 1904-1907 tuvo varios
encarcelamientos, y a su salida tomó parte en el V Congreso del Partido
obrero Socialdemócrata ruso en Londres, así como comenzó a impartir
clases de Marxismo y Economía en el centro de formación del SPD en
Berlín, que curiosamente tuvo como alumno a un joven Friedrich Ebert.
Con
la I Guerra Mundial llegaron sus críticas a la socialdemocracia
alemana. El 4 de agosto de 1914, el Reichstag aprobó por unanimidad la
financiación de la guerra con créditos de guerra, a lo que todos los
representantes socialdemócratas votaron a favor, un hecho que para
Luxemburgo supuso una auténtica catástrofe. Como “respuesta”, ese mismo
año, Clara Zetkin, Karl Liebcknecht junto a Rosa y otros militantes
editan la revista La Internacional y
en 1916 fundan la Liga Espartaquista. A partir de ese momento
comenzaron a publicar numerosos panfletos donde expresaban críticas a la
socialdemocracia y mostraban su negativa al conflicto bélico, bajo la
necesidad de una Nueva Internacional.
Rosa Luxemburgo fue una gran defensora de la Revolución Rusa de 1917 y no dejó de expresar sus diferencias y críticas sobre el derecho a la autodeterminación,
así como la reclamación de la amnistía para los presos políticos o la
derogación de la pena de muerte. Finalmente, cuando la revolución
impacta en Alemania en 1918 con la entrada de los consejos obreros, la
caída del káiser y la proclamación de la República, la historiadora
Josefina L. Martín explica que “Rosa aguarda impaciente la posibilidad de participar directamente en ese gran momento de la historia”.
El
gobierno pasa a manos de la facción más conservadora de la
socialdemocracia con Noske y Ebert (PSD), que llegan a un pacto con el
Estado mayor militar y los Freikorps para liquidar el alzamiento del
movimiento obrero y las organizaciones revolucionarias, según apunta L.
Martín.
A
raíz de este acontecimiento los espartaquistas fueron brutalmente
perseguidos y tal día como hoy, hace 101 años, un grupo de militares al
servicio del capitán Pabst, detuvieron a Karl Liebknecht y a Rosa Luxemburgo para
finalmente destrozarles la cabeza a culatazos, y en el caso de Rosa,
rematarla a tiros y arrojarla al río Spree desde el puente de Landwehr
atada a unos sacos con piedras.
Hace unos días, la actual Ministra de Igualdad, Irene Montero,
hizo suya una frase afirmando que «el primer gesto revolucionario es
decir las cosas por su nombre», por eso el ministerio de Igualdad «será
un ministerio feminista cargado de memoria». Y concluyó: «La memoria de
aquellas mujeres que fueron y por las que hoy somos».
En
este sentido, el feminismo le debe mucho a sus ancestras. Tan célebres
como fueron Emma Goldman, Clara Campoamor o Kate Millet, las que siguen
haciendo historia como Ángela Davis, Nancy Fraser o Kimberlé Crenshaw, y las mujeres importantes de la vida cotidiana de la talla de nuestras abuelas o madres. A todas ellas les debemos los avances y los derechos de los que hoy día podemos disfrutar.
Por tanto, el reconocimiento a estas mujeres se hace fundamental en la
consecución de las libertades y los derechos que aún están por llegar.
Porque
sin Luxemburgo, sin las mujeres que lucharon por la legalización del
aborto, otras muchas que clamaron por tener una ley contra la violencia
machista, sin los cuidados no remunerados de una abuela, el trabajo
fuera y dentro del hogar de una madre… Hoy, no seríamos quienes somos.
Acerca de ancilo59
Hola, Mí nombre es Andrés Cifuentes. Soy un andaluz que lleva desde 1967 viviendo en Madrid. Es una ciudad cosmopolita, centro de negocios, sede de la Administración pública, central del Gobierno del Estado y del Parlamento español. Ojalá quien habla de nuestra incultura se acuerde de Séneca, Columela, Maimónides, Averroes, Góngora, Bécquer, Alexandre, Lorca, Juan Ramón Jiménez, Machado, Falla, Zambrano, Picasso, Velázquez, Murillo, Alberti, Carlos Cano, Gala, Luis Rojas Marcos, Sabina…
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