Jacques-Louis David fue el pintor neoclásico francés por excelencia. Inspirado en la antigüedad greco-romana, su arte supura clasicismo, que ligado al clima político y social que le tocó vivir, da lugar a una solemnidad casi religiosa. Su obra no sólo está perfectamente acabada, sino que documenta a la perfección los agitados momentos que vivió su país (y él mismo como protagonista).
Jacques-Louis David nace en una familia próspera. Su infancia transcurrió feliz hasta que a los nueve años, su padre fue asesinado en un duelo y su madre lo dejó bajo el cuidado de sus tíos, que le proporcionaron una educación. Sin embargo, David nunca fue un gran estudiante. O más bien era del tipo de estudiante que cubría sus libros con dibujos.
Sus tíos no tuvieron otra opción que potenciar esa actividad que apasionaba al chaval, por lo que lo pusieron a aprender el oficio con Boucher y en la Real Academia de Pintura y Escultura (lo que hoy es el Louvre). No tardaría en viajar a Italia para ver con sus propios ojos sus amados clásicos.
De vuelta, David empezó a hacerse notar. Por algún motivo no era muy querido por sus compañeros y académicos, pero nadie podía negar su indudable talento. Pero no dejó de visitar Roma. Ahí pintó sus grandes cuadros.
Su obra empieza a desprender tufillo político. Por lo visto el honor y el deber al país eran de suma importancia y David decidió hacer apología. Pero se respira en sus cuadros el clima político francés, que como sabemos acabaría en revolución.
Al comienzo, David apoyó la Revolución, incluso de modo a veces fanático. Realizó propaganda para la nueva república, se hizo colega de Marat y Robespierre y votó por cortar la cabeza de Rey. Su mujer se divorció de él por este motivo. Durante el reinado del Terror, David fue algo así como el Ministro de Cultura por su poder e influencia.
No sabemos muy bien cómo, pero acabado este periodo oscuro de Guillotina, David sobrevivió a tan afilado aparato. No así Robespierre, que con su muerte abrió paso a un nuevo periodo: El directorio.
David sería encarcelado, pero siguió pintando sus obras más conocidas. Tuvo suerte: No sólo su mujer volvió junto a él, sino que el propio Napoleón vio el talento de este artista y lo pilló como su pintor oficial.
David, entre el peloteo y la admiración, plasmó perfectamente los rasgos clásicos del por aquel entonces General Bonaparte. El artista siguió haciendo propaganda, casi siempre tomando como excusa historia clásica, o directamente retratos de un Napoleón casi divinizado.
Los cambios políticos siguieron, pero David sobrevivió a todos. Ya anciano, cuando salía del teatro, fue golpeado por un carruaje y murió más tarde de deformaciones en el corazón. Su cuerpo no pudo ser enterrado en el país que fue el centro de su arte.
Tomado de: historia-arte
Jacques-Louis David nace en una familia próspera. Su infancia transcurrió feliz hasta que a los nueve años, su padre fue asesinado en un duelo y su madre lo dejó bajo el cuidado de sus tíos, que le proporcionaron una educación. Sin embargo, David nunca fue un gran estudiante. O más bien era del tipo de estudiante que cubría sus libros con dibujos.
Juramento de los Horacios de 1784.
Sus tíos no tuvieron otra opción que potenciar esa actividad que apasionaba al chaval, por lo que lo pusieron a aprender el oficio con Boucher y en la Real Academia de Pintura y Escultura (lo que hoy es el Louvre). No tardaría en viajar a Italia para ver con sus propios ojos sus amados clásicos.
De vuelta, David empezó a hacerse notar. Por algún motivo no era muy querido por sus compañeros y académicos, pero nadie podía negar su indudable talento. Pero no dejó de visitar Roma. Ahí pintó sus grandes cuadros.
Su obra empieza a desprender tufillo político. Por lo visto el honor y el deber al país eran de suma importancia y David decidió hacer apología. Pero se respira en sus cuadros el clima político francés, que como sabemos acabaría en revolución.
Al comienzo, David apoyó la Revolución, incluso de modo a veces fanático. Realizó propaganda para la nueva república, se hizo colega de Marat y Robespierre y votó por cortar la cabeza de Rey. Su mujer se divorció de él por este motivo. Durante el reinado del Terror, David fue algo así como el Ministro de Cultura por su poder e influencia.
No sabemos muy bien cómo, pero acabado este periodo oscuro de Guillotina, David sobrevivió a tan afilado aparato. No así Robespierre, que con su muerte abrió paso a un nuevo periodo: El directorio.
El juramento del Juego de Pelota (esbozos de 1791), Museo nacional del castillo de Versalles.
David sería encarcelado, pero siguió pintando sus obras más conocidas. Tuvo suerte: No sólo su mujer volvió junto a él, sino que el propio Napoleón vio el talento de este artista y lo pilló como su pintor oficial.
David, entre el peloteo y la admiración, plasmó perfectamente los rasgos clásicos del por aquel entonces General Bonaparte. El artista siguió haciendo propaganda, casi siempre tomando como excusa historia clásica, o directamente retratos de un Napoleón casi divinizado.
Los cambios políticos siguieron, pero David sobrevivió a todos. Ya anciano, cuando salía del teatro, fue golpeado por un carruaje y murió más tarde de deformaciones en el corazón. Su cuerpo no pudo ser enterrado en el país que fue el centro de su arte.
Tomado de: historia-arte
Acerca de ancilo59
Hola, Mí nombre es Andrés Cifuentes. Soy un andaluz que lleva desde 1967 viviendo en Madrid. Es una ciudad cosmopolita, centro de negocios, sede de la Administración pública, central del Gobierno del Estado y del Parlamento español. Ojalá quien habla de nuestra incultura se acuerde de Séneca, Columela, Maimónides, Averroes, Góngora, Bécquer, Alexandre, Lorca, Juan Ramón Jiménez, Machado, Falla, Zambrano, Picasso, Velázquez, Murillo, Alberti, Carlos Cano, Gala, Luis Rojas Marcos, Sabina…
0 comentarios:
Publicar un comentario