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miércoles, 8 de abril de 2020

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Antonio y Cleopatra, la entrevista de Tarso

Decidido a organizar todo el Oriente, Marco Antonio convocó a Cleopatra a una entrevista en Tarso, al sur de Turquía. En vez de presentarse como una súbdita, la reina de Egipto supo conquistar al romano con su belleza y su fabuloso fasto 
En la nave de Cleopatra

En este célebre cuadro, Lawrence Alma-Tadema imagina a Marco Antonio, impaciente por ver a Cleopatra, abordando su lujosa barcaza cuando remontaba el río Cidno, en el año 41 a.C. 1883

Marco Antonio - Busto de mármol. Museos Vaticanos, Roma.
Templo de la diosa Isis en File

Cleopatra se identificó con la gran diosa Isis, esposa de Osiris y una de las divinidades más importantes del panteón egipcio. En la imagen, templo ptolemaico de la diosa en la isla de File

Los herederos de un imperio

La estatua bajo estas líneas representa a los gemelos de Antonio y Cleopatra: Alejandro Helios y Cleopatra Selene

El carisma de la reina de Egipto

Cleopatra logró conquistar con su carácter e inteligencia a los dos hombres más poderosos de Roma, primero a Julio César y después a Marco Antonio. Estatua de basalto de la reina. Hermitage, San Petersburgo


El banquete de Cleopatra

Esta escena de Tiepolo pintada en un palacio veneciano recrea el banquete que Cleopatra ofreció a Marco Antonio. La reina aparece con los dos pechos descubiertos, de acuerdo con la imagen tópica que identificaba sus artes con las de una prostituta. En su mano derecha sostiene la perla que a continuación echará en la copa de vinagre que le trae un servidor de raza negra. A la mesa está sentado Antonio y su consejero Munacio Planco, de espaldas, y al fondo se divisa un obelisco.

Tras la derrota de los asesinos de Julio César en la batalla de Filipos, en el año 42 a.C., los dos vencedores, Octavio y Marco Antonio, se repartieron las áreas de influencia de Roma. Mientras que Octavio, el futuro emperador Augusto, se quedaba en Italia, a Antonio le correspondió gestionar los asuntos del Mediterráneo oriental.

Su objetivo era recaudar dinero para el ejército y reorganizar Oriente, así como preparar una expedición contra los partos para vengar la derrota sufrida por Craso en el año 53 a.C. Era un proyecto que Julio César iba a llevar a cabo antes de morir y a Antonio le interesaba presentarse como continuador de su obra. Por otro lado, una gran victoria sobre un enemigo externo aumentaría su prestigio personal.

El triunviro era también un gran amante de la cultura griega y aprovechó para realizar una gira por Atenas, donde fue llamado «amigo de los griegos» y «amigo de los atenienses». Después pasó a Asia Menor y entró en la ciudad de Éfeso en medio de un fastuoso cortejo precedido por mujeres disfrazadas de bacantes y hombres ataviados como sátiros y Panes, mientras le aclamaban con el título divino de Dioniso Benefactor y Propicio.

Sensacional puesta en escena

A continuación, Antonio se trasladó a Tarso, una ciudad de Cilicia, en el sur de la actual Turquía. Estando allí decidió enviar un emisario a Cleopatra, la reina de Egipto, para que acudiera a reunirse con él. Tenía para ello razones económicas y políticas, puesto que necesitaba las riquezas de Egipto, en especial sus suministros de grano, y su posición estratégica para los fines que tenía encomendados.

A Cleopatra también le convenía tener buenas relaciones con el representante de Roma, para consolidar su posición en el trono y, si era posible, ampliar los territorios de su reino. Por eso retrasó su marcha intencionadamente y preparó un primer encuentro que no fuera fácil de olvidar para el romano. Conociendo la fascinación de Marco Antonio por el lujo y la cultura helenística, montó una espectacular escenografía.

Para llegar a Tarso remontó el río Cidno en un barco con popa de oro, velas púrpuras y remos de plata movidos al compás de diversos instrumentos. Ella iba bajo un dosel bordado en oro, ataviada como la diosa Afrodita. A su lado la abanicaban jovencitos vestidos como Eros. La acompañaban también hermosas siervas disfrazadas de Nereidas y Gracias.

Para completar el sugestivo cuadro, al sonido de la música de varios instrumentos se unían los perfumes que llegaban a las dos orillas del río, en las que mucha gente disfrutaba del espectáculo. Plutarco transmite de modo casi teatral que incluso el propio Antonio llegó a quedarse solo en la plaza de la ciudad porque todos corrían a ver a la reina. Se decía que Afrodita venía al encuentro de Dioniso para el bien de Asia. De este modo se presentaban como la pareja divina Afrodita-Isis y Dioniso-Osiris, que garantizaba la prosperidad de la zona.

Tomado de: nationalgeographic
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Acerca de ancilo59

Hola, Mí nombre es Andrés Cifuentes. Soy un andaluz que lleva desde 1967 viviendo en Madrid. Es una ciudad cosmopolita, centro de negocios, sede de la Administración pública, central del Gobierno del Estado y del Parlamento español. Ojalá quien habla de nuestra incultura se acuerde de Séneca, Columela, Maimónides, Averroes, Góngora, Bécquer, Alexandre, Lorca, Juan Ramón Jiménez, Machado, Falla, Zambrano, Picasso, Velázquez, Murillo, Alberti, Carlos Cano, Gala, Luis Rojas Marcos, Sabina…

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