La batalla de Tour Poitiers fue un punto de inflexión en la historia del mundo, que decidió el destino de Europa occidental. Aquí fue donde la marea de la conquista musulmana empezó a retroceder, con enormes implicaciones para el futuro del mundo entero.
Datos de la batalla de Tours Poitiers
Quiénes: Una fuerza de francos bajo el mando de Carlos Martel (688-741 d.C.) contra un ejército superior de caballería mora musulmana bajo el mando del emir Abderramán (m. 732 d.C.).
Cómo: La infantería franca se estableció en una posición defensiva y esperó el ataque de la caballería mora. Tras una dura batalla, los francos resultaron victoriosos.
Dónde: Entre las modernas ciudades de Tours y Poitiers (Francia).
Cuándo: 10 de octubre del 732 d.C.
Por qué: Las fuerzas musulmanas habían conquistado Iberia y se extendían a los Pirineos para conquistar más lugares de Europa. Se les opusieron los francos cristianos.
Resultado: Una victoria decisiva para los francos. Carlos Martel forjó su reputación en esta batalla. El comandante musulmán fue muerto y su ejército se retiró a España.
Cómo: La infantería franca se estableció en una posición defensiva y esperó el ataque de la caballería mora. Tras una dura batalla, los francos resultaron victoriosos.
Dónde: Entre las modernas ciudades de Tours y Poitiers (Francia).
Cuándo: 10 de octubre del 732 d.C.
Por qué: Las fuerzas musulmanas habían conquistado Iberia y se extendían a los Pirineos para conquistar más lugares de Europa. Se les opusieron los francos cristianos.
Resultado: Una victoria decisiva para los francos. Carlos Martel forjó su reputación en esta batalla. El comandante musulmán fue muerto y su ejército se retiró a España.
Antecedentes
Tras la caída de Imperio romano de Occidente, Europa se fragmentó en muchos reinos pequeños y agrupaciones tribales. Esta época se ha llamado la «Edad Oscura», aunque, en realidad, la cultura y la civilización florecieron en la mayoría de las regiones. Fue una época turbulenta en la que muchos sucesores del poder romano lucharon entre sí y combatieron a los barbaros a lo largo de sus fronteras. Hacia el 700 d.C. habían surgido varios reinos grandes. España estaba más o menos dominada por los visigodos, que habían emigrado allí desde Oriente. El ducado de Aquitania dominaba el sudoeste de Francia. El más extenso de los estados europeos occidentales era el reino de los francos, que se extendía desde el canal de la Mancha y las costas del mar del Norte hasta el Mediterráneo y desde unas estrechas posesiones en la costa atlántica al norte de Aquitania hasta Baviera y Sajonia.
El reino franco era un estado cristiano, con un ejercito poderoso, centrado en torno a un núcleo de infantería blindada de élite y ligado a su líder por juramentos y lazos familiares. El resto de las fuerzas eran soldados de a pie con un armamento más ligero; la caballería blindada no era todavía la fuerza dominante en el arte militar europeo.
Los francos eras poderosos y belicosos. Menos potente era el reino visigodo de Iberia, que hacia el año 700 d.C. se encontraba en un gran apuro. Con hambruna y la nobleza peleando entre sí, la autoridad central se había quebrado y los rivales del rey Rodrigo decidieron que había llegado el momento de tomar el poder. Los rivales de Rodrigo buscaron la ayuda en una de las mayores potencias de la época, el califato omeya, que se extendía a lo largo de toda la costa septentrional de África, por Egipto y Arabia hasta Mesopotamia. En el 711 d.C Tariq ibd Ziyad, gobernador de Tánger, les concedió ayuda en forma de 10000 soldados. Con sus aliados visigodos, desembarcó en Gibraltar e inició así la conquista, musulmana de Iberia. Tras derrotar a Rodrigo en combate, las fuerzas musulmanas conquistaron rápidamente buena parte del país. Fuera o no su intención inicial auxiliar a los oponentes de Rodrigo, se lanzaron entonces a adueñarse de Iberia.
El reino franco era un estado cristiano, con un ejercito poderoso, centrado en torno a un núcleo de infantería blindada de élite y ligado a su líder por juramentos y lazos familiares. El resto de las fuerzas eran soldados de a pie con un armamento más ligero; la caballería blindada no era todavía la fuerza dominante en el arte militar europeo.
Los francos eras poderosos y belicosos. Menos potente era el reino visigodo de Iberia, que hacia el año 700 d.C. se encontraba en un gran apuro. Con hambruna y la nobleza peleando entre sí, la autoridad central se había quebrado y los rivales del rey Rodrigo decidieron que había llegado el momento de tomar el poder. Los rivales de Rodrigo buscaron la ayuda en una de las mayores potencias de la época, el califato omeya, que se extendía a lo largo de toda la costa septentrional de África, por Egipto y Arabia hasta Mesopotamia. En el 711 d.C Tariq ibd Ziyad, gobernador de Tánger, les concedió ayuda en forma de 10000 soldados. Con sus aliados visigodos, desembarcó en Gibraltar e inició así la conquista, musulmana de Iberia. Tras derrotar a Rodrigo en combate, las fuerzas musulmanas conquistaron rápidamente buena parte del país. Fuera o no su intención inicial auxiliar a los oponentes de Rodrigo, se lanzaron entonces a adueñarse de Iberia.
Expansión islámica en 750
Expediciones hacia europa
Tras la invasión inicial, Tariq ibd Ziyad fue relevado por un miembro de la dinastía omeya, llamado Musa ibn Unsay. Fuerzas aún mayores penetraron en Iberia y la convirtieron en una provincia del califato. Algunas regiones invadidas conservaron cierto grado de autonomía, manteniendo la libertad religiosa, como el principado de Murcia, mientras que otras, especialmente Asturias, resistieron lo mejor que pudieron o se alzaron contra la dominación omeya.
Expedición al reino franco
Algunos de los que resistían estaban en los Pirineos, entre lo que actualmente es Francia y España. Se enviaron expediciones contra ellos. Cuando los musulmanes cruzaron las montañas y empezaron a hacer incursiones en Europa, cundió la alarma. Hacia el 720 d.C., las fuerzas moras tenían un punto de apoyo en el sur de Francia y estaban ampliando su control, llegando incluso a realizar incursiones en el valle del Ródano.
Una serie de problemas internos y revueltas retrasaron la expansión musulmana en Europa durante varios años, pero en el 730 d.C. el entonces caudillo, Abderramán, emprendió una expedición a Aquitania para eliminar esta amenaza de su frontera septentrional. Tras derrotar a los aquitanos en Burdeos, el ejército de Abderramán arrasó el ducado de Aquitania, quebrando su poder y sometiendo sus fortalezas.
Una serie de problemas internos y revueltas retrasaron la expansión musulmana en Europa durante varios años, pero en el 730 d.C. el entonces caudillo, Abderramán, emprendió una expedición a Aquitania para eliminar esta amenaza de su frontera septentrional. Tras derrotar a los aquitanos en Burdeos, el ejército de Abderramán arrasó el ducado de Aquitania, quebrando su poder y sometiendo sus fortalezas.
Carlos Martel
El vecino reino franco tenía varios príncipes con diversos títulos, aunque el principal de ellos, soberano de los francos en todo menos en el nombre, era Carlos. En la campaña que se avecinaba, el príncipe franco obtuvo su título de Martel, que significa ‘Martillo’. Nacido en lo que hoy es Bélgica. Carlos Martel había sido encarcelado anteriormente para evitar complicaciones sucesorias; maniobra que no logró un éxito completo. Se escapó y, durante la subsiguiente guerra civil, aprendió el valor de lo que hoy llamaríamos la logística. Tras un comienzo poco firme, destacó como un comandante astuto y sorprendentemente moderno. Llegar al campo con fuerzas capaces de ganar la batalla era parte de su patrón estratégico. También descubrió el valor de atacar inesperadamente y de desafiar las convenciones cuando resultaba ventajoso hacerlo. Su genialidad militar permitió a Carlos Martel crear un reino unificado bajo su mando, aunque no adoptó el título de rey. En el 732 d.C. Carlos era una figura enormemente poderosa en Europa. Además, era popular ante la Iglesia como campeón de la cristiandad.
Aunque emprendió varias campañas entre el 720 y el 732 d.C., era muy consciente de la amenaza del sudeste y había empezado a crear un ejército para derrotarla. Esto era típico de él: no se precipitaba a combatir a sus enemigos, sino que determinaba cómo podían ser derrotados antes de presentar batalla. El núcleo de la estrategia de Carlos contra los invasores fue la creación de una fuerza de infantería pesada de élite, formada por profesionales capaces de entrenarse durante todo el año. Esta no era la práctica de esa época; aparte de pequeñas guardias personales, los hombres de armas eran reclutados normalmente para una campaña y después regresaban a casa, a sus labores agrícolas.
Carlos equipaba a sus profesionales espléndidamente y los protegía con una buena armadura. Los adiestraba bien y les permitía adquirir experiencia en combate, aumentando su confianza y su regularidad. No dejaba de tener algunas tropas montadas, aunque la caballería no se utilizaba mucho en Europa en esa época y carecía de estribos. Estos soldados montados, que no podían enfrentarse con los excelentes jinetes del califato musulmán, se utilizaban como reserva móvil o simplemente desmontaban para luchar.
Aunque emprendió varias campañas entre el 720 y el 732 d.C., era muy consciente de la amenaza del sudeste y había empezado a crear un ejército para derrotarla. Esto era típico de él: no se precipitaba a combatir a sus enemigos, sino que determinaba cómo podían ser derrotados antes de presentar batalla. El núcleo de la estrategia de Carlos contra los invasores fue la creación de una fuerza de infantería pesada de élite, formada por profesionales capaces de entrenarse durante todo el año. Esta no era la práctica de esa época; aparte de pequeñas guardias personales, los hombres de armas eran reclutados normalmente para una campaña y después regresaban a casa, a sus labores agrícolas.
Carlos equipaba a sus profesionales espléndidamente y los protegía con una buena armadura. Los adiestraba bien y les permitía adquirir experiencia en combate, aumentando su confianza y su regularidad. No dejaba de tener algunas tropas montadas, aunque la caballería no se utilizaba mucho en Europa en esa época y carecía de estribos. Estos soldados montados, que no podían enfrentarse con los excelentes jinetes del califato musulmán, se utilizaban como reserva móvil o simplemente desmontaban para luchar.
Se inicia la campaña
Las fuerzas moras tenían un exceso de confianza. Habían derrotado fácilmente a todo lo que Europa había puesto en su camino, y no consideraban a los «bárbaros» ni como luchadores ni como un ejército. Aunque una expedición anterior había sido derrotada ante las murallas de Tolosa, las musulmanes no creían que Europa pudiera ofrecer ninguna resistencia.
El vencedor de Tolosa, el duque Odo de Aquitania, se enfrentó a los moras en el río Garona e intentó rechazar la invasión. Esta vez no iba a haber ninguna victoria europea. Gran número de efectivos de caballería bereber (norteafricana) y árabe se estrellaron contra el ejército de Odo, que fue dispersado y aplastado. La fuerza de Odo dejó de ser un factor en la campaña y los musulmanes continuaron su avance.
Victorias como la del Garona contribuyeron al exceso de confianza general de la hueste mora. Se abandonaron las partidas de exploración y la victoria se convirtió más en una expectativa que en algo ganado con un duro esfuerzo. Esto permitió que Carlos eligiera el campo de batalla y lograra una cierta sorpresa sobre sus oponentes, que no eran conscientes del tamaño ni de la calidad de su fuerza. Carlos avanzó con sus fuerzas para cortar el paso a los musulmanes que se dirigían a atacar Tours. No utilizó las calzadas romanas, que ofrecían el camino más fácil, porque esperaba que estuvieran vigiladas, y situó a sus fuerzas en el camino del ejército enemigo. El lugar exacto no está claro, pero se halla entre Poitiers y Tours, y por eso los historiadores designan la batalla con los dos nombres.
El avance de los musulmanes tropezó con la fuerza de Carlos en su posición de bloqueo, con lo que quedaron sorprendidos y desconcertados. Sus exploradores no habían traído noticias de esta fuerza que había aparecido en su camino. El caudillo musulmán, el emir Abderramán, dudó en atacar e intentó descubrir todo lo posible acerca de su adversario. Esta pausa de seis días permitió que Abderramán observara al enemigo y reuniera a sus patrullas y fuerzas destacadas, aunque actuó también a favor de los francos. El enemigo operaba lejos de casa, en un clima más frío, mientras que los francos estaban en su terreno. Abderramán iba a tener que atacar o bien dar la vuelta y regresar a casa. Los francos estaban preparados para el ataque, ocupaban una buena posición defensiva y podían permanecer allí indefinidamente.
El vencedor de Tolosa, el duque Odo de Aquitania, se enfrentó a los moras en el río Garona e intentó rechazar la invasión. Esta vez no iba a haber ninguna victoria europea. Gran número de efectivos de caballería bereber (norteafricana) y árabe se estrellaron contra el ejército de Odo, que fue dispersado y aplastado. La fuerza de Odo dejó de ser un factor en la campaña y los musulmanes continuaron su avance.
Victorias como la del Garona contribuyeron al exceso de confianza general de la hueste mora. Se abandonaron las partidas de exploración y la victoria se convirtió más en una expectativa que en algo ganado con un duro esfuerzo. Esto permitió que Carlos eligiera el campo de batalla y lograra una cierta sorpresa sobre sus oponentes, que no eran conscientes del tamaño ni de la calidad de su fuerza. Carlos avanzó con sus fuerzas para cortar el paso a los musulmanes que se dirigían a atacar Tours. No utilizó las calzadas romanas, que ofrecían el camino más fácil, porque esperaba que estuvieran vigiladas, y situó a sus fuerzas en el camino del ejército enemigo. El lugar exacto no está claro, pero se halla entre Poitiers y Tours, y por eso los historiadores designan la batalla con los dos nombres.
El avance de los musulmanes tropezó con la fuerza de Carlos en su posición de bloqueo, con lo que quedaron sorprendidos y desconcertados. Sus exploradores no habían traído noticias de esta fuerza que había aparecido en su camino. El caudillo musulmán, el emir Abderramán, dudó en atacar e intentó descubrir todo lo posible acerca de su adversario. Esta pausa de seis días permitió que Abderramán observara al enemigo y reuniera a sus patrullas y fuerzas destacadas, aunque actuó también a favor de los francos. El enemigo operaba lejos de casa, en un clima más frío, mientras que los francos estaban en su terreno. Abderramán iba a tener que atacar o bien dar la vuelta y regresar a casa. Los francos estaban preparados para el ataque, ocupaban una buena posición defensiva y podían permanecer allí indefinidamente.
Los musulmanes cargan
Abderramán tenía bajo su mando entre 40.000 y 60.000 soldados de caballería que se habían llevado por delante a todos los oponentes con los que se habían enfrentado. Muchos de sus enemigos derrotados habían sido de infantería franca como la desplegada ante ellos.
Cualquier recelo que Abderramán pudiera haber sentido por tener que cargar cuesta arriba contra una formación defensiva sólida se veía compensado por la confianza en su caballería. O quizá tan solo sentía que, después de haber llegado tan lejos, no podía simplemente retirarse. Los acontecimientos posteriores demostraron el valor de la disciplina y la confianza en la batalla. La opinión convencional de la época decía que la infantería no podía derrotar a la caballería; no obstante, los soldados de Carlos hicieron precisamente eso.
Los francos estaban dispuestos en una gran formación defensiva cuadrada, con unidades de reserva dentro. La capacidad del cuadrado de infantería quedó bien demostrada en Tours.
La caballería mora lanzó varias cargas contra el cuadrado de Carlos y, a pesar de estar cansada por su pesada armadura y por la pendiente ascendente por la que atacaban, a pesar de que sus formaciones se veían trastornadas por el terreno irregular y los árboles que lo salpicaban, chocó contra él una y otra vez.
Cualquier recelo que Abderramán pudiera haber sentido por tener que cargar cuesta arriba contra una formación defensiva sólida se veía compensado por la confianza en su caballería. O quizá tan solo sentía que, después de haber llegado tan lejos, no podía simplemente retirarse. Los acontecimientos posteriores demostraron el valor de la disciplina y la confianza en la batalla. La opinión convencional de la época decía que la infantería no podía derrotar a la caballería; no obstante, los soldados de Carlos hicieron precisamente eso.
Los francos estaban dispuestos en una gran formación defensiva cuadrada, con unidades de reserva dentro. La capacidad del cuadrado de infantería quedó bien demostrada en Tours.
La caballería mora lanzó varias cargas contra el cuadrado de Carlos y, a pesar de estar cansada por su pesada armadura y por la pendiente ascendente por la que atacaban, a pesar de que sus formaciones se veían trastornadas por el terreno irregular y los árboles que lo salpicaban, chocó contra él una y otra vez.
Punto crítico
Algunos grupos de jinetes musulmanes forzaron varias veces la entrada en el cuadrado. Si podían establecerse allí, todo habría terminado; un ataque desde dentro y desde fuera del cuadrado significaría que este perdería la cohesión y sus miembros dispersos serían aplastados. Las fuerzas de reserva de dentro del cuadrado cayeron sobre ellos (la infantería se lanzó confiadamente al ataque de la caballería blindada, algo que rara vez ocurría y mucho menos con éxito) y los mataron o los arrojaron fuera del cuadrado.
La situación estuvo dudosa durante algún tiempo porque el cuadrado fue acosado fuertemente por todas las partes, pero después la presión empezó a disminuir. Los guerreros musulmanes empezaron a retirarse, de regreso a su campamento, dejando el cuadrado maltrecho, aunque intacto.
La situación estuvo dudosa durante algún tiempo porque el cuadrado fue acosado fuertemente por todas las partes, pero después la presión empezó a disminuir. Los guerreros musulmanes empezaron a retirarse, de regreso a su campamento, dejando el cuadrado maltrecho, aunque intacto.
Abderramán abatido
Algunos de los exploradores de Martel habían conseguido penetrar en el campamento musulmán durante la batalla, aprovechando la mala vigilancia y el exceso de confianza por parte del enemigo. Allí, liberaron prisioneros y provocaron un caos general. Esta confusión en su retaguardia, unida a la preocupación de que el botín ganado con esfuerzo pudiera ser robado por los francos, atrajo a muchos de los soldados de Abderramán de regreso al campamento y trastornó gravemente el ataque sobre el cuadrado franco. Abderramán intentó detener el movimiento de retirada, pero al hacerlo se expuso con una guardia personal inadecuada. Fue muerto por los soldados francos. Los musulmanes quedaron consternados y se retiraron con algún desorden. Los francos ordenaron su formación y permanecieron en sus posiciones defensivas.
No había ningún sucesor claro de Abderramán y la fuerza mora quedó desorganizada. La fuerza empezó a retirarse en dirección a Iberia, aunque esto no fue evidente de forma inmediata para los francos, que sospechaban una retirada simulada para atraerles fuera de la colina que ocupaban. Los musulmanes conservaban los medios para derrotar a los francos porque todavía eran muy poderosos. No obstante, su voluntad se había quebrado y los diversos subcomandantes, todavía incapaces de ponerse de acuerdo sobre quién debía tomar el mando, decidieron continuar su camino a casa. Habían obtenido una cantidad considerable de botín y todavía tenían mucho; se ganaría poco con una renovación de las hostilidades, o así pensaban.
No había ningún sucesor claro de Abderramán y la fuerza mora quedó desorganizada. La fuerza empezó a retirarse en dirección a Iberia, aunque esto no fue evidente de forma inmediata para los francos, que sospechaban una retirada simulada para atraerles fuera de la colina que ocupaban. Los musulmanes conservaban los medios para derrotar a los francos porque todavía eran muy poderosos. No obstante, su voluntad se había quebrado y los diversos subcomandantes, todavía incapaces de ponerse de acuerdo sobre quién debía tomar el mando, decidieron continuar su camino a casa. Habían obtenido una cantidad considerable de botín y todavía tenían mucho; se ganaría poco con una renovación de las hostilidades, o así pensaban.
Secuelas
La batalla de Tours/Poitiers ha sido alabada a veces como la única razón de que Europa no sea un estado musulmán y parte del Imperio árabe. Aunque esto es una exageración, es justo afirmar que Carlos mereció el sobrenombre de Martillo, o Martel, que se le confirió por asestar a la expansión musulmana una derrota tan espectacular.
Tours/Poitiers representó una especie de marca de pleamar de la invasión musulmana de Europa. Las expediciones sobre los Pirineos continuarían y Carlos Martel se enfrentaría a ellas durante el resto de su vida. Con el tiempo, crearía la gran dinastía carolingia que dio origen a Carlomagno, considerado el padre de los caballeros europeos.
La ocupación musulmana de Iberia continuó durante muchos siglos y la ventaja creció y menguó entre las fuerzas musulmanas y cristianas en el sudoeste de Europa. La victoria de Carlos Martel no dio fin a la invasión mora ni hizo imposible la invasión de otros territorios. No obstante, fue el punto en el que terminaron las victorias musulmanas fáciles y se inició el largo forcejeo.
Tours/Poitiers representó una especie de marca de pleamar de la invasión musulmana de Europa. Las expediciones sobre los Pirineos continuarían y Carlos Martel se enfrentaría a ellas durante el resto de su vida. Con el tiempo, crearía la gran dinastía carolingia que dio origen a Carlomagno, considerado el padre de los caballeros europeos.
La ocupación musulmana de Iberia continuó durante muchos siglos y la ventaja creció y menguó entre las fuerzas musulmanas y cristianas en el sudoeste de Europa. La victoria de Carlos Martel no dio fin a la invasión mora ni hizo imposible la invasión de otros territorios. No obstante, fue el punto en el que terminaron las victorias musulmanas fáciles y se inició el largo forcejeo.
Tomado de: mihistoriauniversal
Acerca de ancilo59
Hola, Mí nombre es Andrés Cifuentes. Soy un andaluz que lleva desde 1967 viviendo en Madrid. Es una ciudad cosmopolita, centro de negocios, sede de la Administración pública, central del Gobierno del Estado y del Parlamento español. Ojalá quien habla de nuestra incultura se acuerde de Séneca, Columela, Maimónides, Averroes, Góngora, Bécquer, Alexandre, Lorca, Juan Ramón Jiménez, Machado, Falla, Zambrano, Picasso, Velázquez, Murillo, Alberti, Carlos Cano, Gala, Luis Rojas Marcos, Sabina…
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